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Construcción de un barco

La construcción de la maqueta de un barco es una experiencia única. A diferencia de otros tipos de reproducciones, requiere materiales naturales como la madera, cuyo empleo necesita de ajustes y técnicas específicas. Una típica maqueta de barco, incluso si se trata de un producto presentado en una caja de montaje, no tiene nada que ver con un kit de plástico: cada pieza tiene que adaptarse y, por así decirlo, modelarse antes de colocarla. La construcción es progresiva, evoluciona poco a poco, pasando de una fase a la siguiente, y cada etapa exige una experiencia y un saber hacer diferentes.
Quien aborda por primera vez esta afición quizá tendrá, al principio, dificultades para comprender cómo es posible completar una reproducción majestuosa (impresionante y fiel hasta el último detalle a una gran nave, dotada de todos sus mástiles, velas, cañones y equipamiento) a partir de un montón de piezas contrachapadas sueltas. Sin embargo, conseguirlo está al alcance de todo el mundo, incluidos quienes no son particularmente hábiles en los trabajos manuales. No obstante, es evidente que la experiencia facilita mucho el trabajo. Durante la construcción de una maqueta naval de madera, sea la que sea, se pasa inevitablemente por fases delicadas y momentos críticos: algunos son inevitables, otros exclusivos de un determinado tipo de maqueta. Pero todos estos problemas ya los han encontrado y solucionado modelistas que más allá de sus conocimientos individuales han aplicado simplemente técnicas y métodos nacidos de su experiencia.

El navío más poderoso del siglo XVIII

El Santísima Trinidad fue el fruto más sobresaliente de la decidida política emprendida hacia 1748 por el marqués de la Ensenada, por entonces secretario de la Marina española. Para revitalizar la maltrecha Armada, el marqués envió al constructor Jorge Juan a Londres con la finalidad de reclutar a los mejores carpinteros de ribera. Burlando la vigilancia inglesa, Jorge Juan contrató, entre otros, a Matthew Mullan, uno de los más reputados maestros británicos. Como resultado de esta decisión se construyeron 46 unidades de los famosos "74 cañones", 35 fragatas y 5 navíos de más de 90 cañones, entre los que destacó el Santísima Trinidad, el buque más poderoso construido hasta entonces, con capacidad para 136 unidades de artillería distribuidas en cuatro cubiertas. Matthew Mullan recibió el encargo de diseñar el buque mejor armado de la época y se decidió que se construyera en La Habana, ya que el arsenal de La Carraca de Cádiz, donde trabajaba Mullan, no era apto para navíos de más de dos cubiertas. Fue botado en 1769 con 61,4 metros de eslora y 16,6 de manga, medidas no superadas entonces por ningún barco. Se armó en El Ferrol con 120 cañones y se hicieron algunas reformas para intentar solucionar algunos problemas de navegación y la excesiva escora. El Santísima Trinidad necesitaba una dotación de mil hombres entre mandos, artilleros y marineros, sin contar con los contingentes de Infantería de Marina que pudiera transportar según las necesidades de cada operación. El barco se incorporó a la Armada y en seguida adquirió la categoría de símbolo por su imponente presencia y su capacidad artillera, además de convertirse en la joya codiciada por los ingleses. Participó en el intento de bloqueo del canal de la Mancha y más tarde en el de Gibraltar, donde estuvo a punto de naufragar a causa de un temporal en el estrecho. El 9 de agosto de 1780 entró en combate por primera vez, apresando 4 fragatas y 51 buques de un convoy inglés cerca del cabo de San Vicente. También tomó parte en la reconquista de Menorca, apresando otro convoy británico. En 1782 participó como buque insignia de Luis de Córdoba en el asedio de Gibraltar. En otro combate en el cabo de San Vicente estuvo a punto de ser derrotado en gran desigualdad de condiciones frente al ataque de navíos ingleses que lo desarbolaron y causaron más de 200 bajas. En la ampliación realizada en 1795 se corrió la batería alta, elevándose el número de piezas de artillería a 136 unidades. En Trafalgar fue apresado por cuatro navíos ingleses tras sufrir numerosas bajas. Mientras era remolcado a Gibraltar por los británicos para ser mostrado como trofeo de guerra, un incendio lo hundió definitivamente.

martes, 14 de diciembre de 2010

Los estrobos de vigota del Trinquete, del Mayor y del Mesana

Para preparar los estrobos de vigota, cortamos con los alicates quince trozos de 20 mm de longitud del hilo de latón de 0,5 mm de diámetro.
Coloca alrededor de la guía que rodea una vigota de 5 mm un trozo de hilo de latón de los que cortamos en el paso anterior. Con unos alicates de punta plana, cruzamos los dos extremos del hilo y lo torcemos hasta darle tres vueltas.

Con unos alicates, cortamos el extremo del hilo más corto y enderezamos el otro. Es muy importante que los orificios que tiene la vigota queden orientados como muestra la fotografía.

Insertamos el extremo del estrobo por el primer orificio de la mesa de guarnición de proa. El hilo debe atravesar la mesa y la vigota debe hacer tope en ella.
Para elaborar los cadenotes que fijarán las vigotas al casco, utilizaremos una cadena de 1,5 mm. Ajustamos la longitud del extremo del estrobo y lo doblamos como muestra la fotografía. Después, insertamos el extremo del estrobo por el interior del primer eslabón de la cadena.
Doblamos con unos alicates de punta plana el extremo del estrobo, de forma que sujete el eslabón de la cadena.
En esta fotografía podemos apreciar la forma en que el estrobo sujeta la cadena.
Cortamos la cadena de manera que su longitud no sobrepase la parte inferior del cintón que muestra la fotografía. Después, con un taladro y una broca de 1 mm de diámetro, practicamos un orificio en el cintón que coincida con el último eslabón de la cadena.
Insertamos una punta por el interior del último eslabón de la cadena y, con la ayuda de un martillo, la clavamos hasta que haga tope. La punta debe fijar la cadena al cintón.

Continuamos poniendo vigotas y cadenotes, así como muestra la fotografía es como quedará la mesa de guarnición del trinquete con todas las vigotas y cadenotes puestos y pintados de negro, recuerda que haremos la misma operación en el otro lateral del casco.
Estas dos fotografía nos muestran como quedaran las mesas de guarnición del Mayor y del Mesana con todas las vigotas y cadenotes colocadas y pintadas de negro, recuerda que haremos las mismas operaciones en el otro lateral del casco.


Este será el aspecto del barco con todas las vigotas y cadenotes colocados, guardaremos los materiales sobrantes para su utilización en fases de montajes posteriores.

lunes, 13 de diciembre de 2010

La génesis de la galera mediterránea

Barco de guerra egipcio de la época de Ramsés III, probablemente muy similar a los que combatieron y vencieron a los Pueblos del Mar.
Los barcos de Ramsés III han sido considerados por los expertos como los antecesores de las galeras mediterráneas, un concepto de embarcación que perduró cerca de 29 siglos. Las naves que se enfrentaron a los Pueblos del Mar no tenían todavía quilla ni cuadernas (la quilla no llegó a desarrollarse nunca en las embarcaciones egipcias), pero el engorroso sistema del cabo longitudinal con tortor había desaparecido, ya que el casco estaba debidamente reforzado con el corredor de crujía que unía los saltillos de proa y de popa (incipientes estructuras de los actuales castillos). A popa se colocaba el timonel, que manejaba una única espadilla. A proa aparece por vez primera un ornamento como antecesor de los poderosos espolones de las futuras galeras: una cabeza humana dentro de las fauces de un león, creada con la intención de amedrentar al enemigo. El palo era de una sola pieza, y aparece también por vez primera una cofa en lo alto, debidamente protegida para albergar a un arquero. La vela cuadra era de dimensiones similares a las de los barcos de la reina Hatsheptsut pero sin la verga inferior. Por lo general, estas embarcaciones disponían de 12 remos por banda y la tripulación estaba entrenada para todo tipo de trabajos. En pocos minutos eran capaces de recoger la vela mediante un dispositivo que aparece también por primera vez en la historia: los brioles, cabos que permitían tirar del tejido de la vela para reducir su superficie y así no tener que arriar la verga. Esta velocidad de maniobra les permitía pasar con gran rapidez de la posición de navegación (a vela), a la de combate (a remo), lo que les otorgaba una gran superioridad táctica en la batalla.
La primera descripción que se conoce de este tipo de embarcaciones egipcias la dio Herodoto en el siglo V a.C. en un pasaje de sus libros de historia, donde describe su construcción. Sus explicaciones no se comprendieron bien hasta 1893, cuando se descubrieron en Dahasure, junto a la pirámide del faraón Sesostris III (1878-1842 a.C.), dos barcos de la XII dinastía. Entonces se pudo estudiar lo que se denominó sistema de construcción "empezando por el forro"; esta técnica se utiliza aún hoy en día en los modernos barcos fluviales egipcios, las feluccas, con las lógicas adaptaciones a los materiales contemporáneos. La construcción empezando por el forro se iniciaba construyendo primero el maderamen (el forro) y disponiendo luego las cuadernas. Sin embargo, la idea de construir un forro robusto con las tablas unidas entre sí y las cuadernas colocadas con posterioridad sigue siendo una práctica habitual en Arabia y en el subcontinente indio, así como en el sudeste asiático y en China. La construcción vikinga en tingladillo emplea el mismo sistema de empezar por el forro, pero pertenece a una tradición distinta.

Características aproximadas

Eslora: 32 m
Eslora de flotación: 21 m
Manga: 6 m
Calado: 1,3 m

domingo, 7 de noviembre de 2010

Hacer los cabilleros y colocar las cabillas

Con listones de sapelli de 2 x 4 mm, bamos a construir los cabilleros de las bandas del barco. Marcamos con un lápiz doce trozos de 25 mm de longitud sobre cada listón. Después, con un punzón, distribuimos ocho orificios en cada uno de los trozos.
Abrimos los orificios con un taladro y una broca de 1,5 mm de diámetro, siguiendo la misma distribución que en el paso anterior. Después, cortamos los trozos y, con una lija de grano fino, repasamos los contornos.
Aplicamos pegamento de secado rápido y fijamos tres cabilleros en la zona de proa del casco. Los cabilleros deben de quedar pegados por debajo de las tapas de regala y los orificios para las cabillas deben de quedar visibles.
Pegamos tres cabilleros más en la zona de popa del casco, distribuidos como se muestra en la fotografía. Recuerda que debemos pegar la misma cantidad de cabilleros en el otro lateral del casco.
A continuación empezaremos a pones las cabillas, una en cada orificio de los cabilleros.
Éste será el aspecto del barco una vez colocados los cabilleros y las cabillas. Reserbamos los materiales sobrantes para su utilización en fases de montaje posterioras.

domingo, 3 de octubre de 2010

Hacer las cureñas y montar cañones de la cuarta batería.





En esta otra fotografía se pueden apreciar todos los cañones de la cubierta ya terminados con todas sus maniobras.

En esta fotografía se pueden apreciar las maniobras de los cañones a ambos lados del barco

 En esta fotografía podemos ogserbar los cañones con sus aparejos ya montados.

Con motones de 2 mm y hilo crudo de 0,15 mm, haremos El aparejo de cuadernales del cañón.
Aplicamos un poco de pegamento bajo las ruedas de las cureñas y fijamos un cañón centrado delante de cada tronera de la 4ª batería. Solo debemos fijar las cureñas; los extremos de los hilos deben quedar libres. Más adelante, completaremos la fijación de los cañones. Para fijar las bragas de retroceso a las amuradas, utilizaremos cancamos. Realizamos un agujero ciego de 0,8 mm de diámetro a cada lado de los cañones, tal como muestra la fotografía. Tendremos la precaución de no atravesar la amurada. Para elaborar la braga de retroceso del cañón, cogemos un trozo de hilo marrón de 0,25 mm de grosor, y cortamos un trozo de hilo de aproximadamente 150 mm de longitud. Realizamos un nudo simple que abrace el cascabel del cañón, tal como muestra la fotografía, y fijamos el nudo con un poco de pegamento. Realizamos las mismas operaciones con los otros 27 cañones. En esta fotografía podemos observar la cureña ya montada con el cañón y las ruedas. Con un listón de 2 x 4 mm cortaremos las bases de las cureñas, cortamos 28 trozos a 16 mm de longitud cada uno y los pegaremos a los laterales con una proporción de 2 laterales por una base, y las pintaremos. En esta fotografía podemos observar los laterales de las cureñas ya con su forma a falta de darle el ultimo retoque con un limatón plano. Con un listón de ramín de 2 x 6 mm vamos a hacer los laterales de las cureñas, cortamos 56 trozos a 16 mm de longitud y le damos la forma de la cureña.

sábado, 2 de octubre de 2010

La perfección del sistema "en tinglanillo"

Las secciones a nivel de la cuaderna maestra de los barcos encontrados en Hjörtspring (siglo III a..C.), Nydam (300 d.C), Oseberg (800 d.C) y Gokstad (900 d.C.).
El sistema del tinglanillo, que supone la construcción de la tablazón de la nave a base de hiladas (filas de tablas) superpuestas -lo contrario que en el sistema mediterráneo, en el que las hiladas se empalman por los topes y bordes-, llegó a la perfección gracias a los víkingos. En el barco hallado en Hjörtspring, del siglo III a.C., se puede observar una estructura previa al tinglanillo. Esta estructura estaba construida con tablas de madera de tilo cosidas con mimbre de tejo y atadas a unas incipientes y ligeras cuadernas. Disponía de una rudimentaria quilla, especialmente concebida para poder ser arrastrada por la arena, y la estructura se completaba con 10 bancadas asentadas sobre puntales. Se trataba de una embarcación ligera diseñada para el asalto costero. En el barco de Nydam (300 d.C.) la tablazón se componía de cinco hiladas por banda, y la quilla estaba construida por una sola tabla de sección transversal en forma de T; este tipo de construcción se puede considerar como la base sobre la que se desarrolló la técnica nórdica del tinglanillo; proporcionaba estructuras muy sólidas, con una alta resistencia al quebranto, lo que permitió a estas embarcaciones afrontar retos marineros en la navegación de altura. El periodo culminante de su desarrollo llegó en los siglos IX y X, tal como demuestran los hallazgos arqueólogicos de Oseberg y Gokstad, en los que aparecieron dos barcos atribuidos a los años 800 y 900 respectivamente, que sirvieron de sepulcro a sus dueños. Son dos barcos muy deferentes, que confirman la existencia de la gran cantidad de modelos distintos que se fabricaban en Escandinavia, no sólo en cuanto a tamaño, sino también en estructura y diseño. Los expertos han llegado a la conclusión de que el barco de Oseberg es un Karfi o Karv, un tipo de nave que se puede considerar la primera embarcación de recreo de la historia, idónea para navegar en las abrigadas aguas de los fiordos, pero no para aventurarse en alta mar. La arboladura mostró que el problema de la vela no estaba aún solucionado: el palo estaba situado en un pequeño tintero a modo de carlinga, asentado sobre las dos cuadernas centrales y sujeto por otro palo más delgado; este palo se había roto y había sido reparado con grapas de hierro. Un análisis detenido del aparejo deja muy clara la imposibilidad de que una estructura como la de la arboladura del barco de Oseberg fuera capaz de sostener las fuertes tensiones provocadas por el velamen. El desarrollo de la vela tuvo lugar en la época del barco de Odeberg o, como mucho, de 50 a 100 años ; esto se puede apreciar claramente en el barco hallado en Gokstad, que muestra una solución fiable al problema de la arboladura. En pocos años, la producción de veleros oceánicos creció. El barco de Gokstad estaba construido totalmente en madera de roble y, con 23 m de eslora, era mayor que el barco de Oseberg. El maderamen presentaba 16 hiladas fijadas con remaches y calafateadas con cabo y pelo de animal embreados. El francobordo, de 1,8 m, también era más alto que el de Oseberg. La quilla era una pieza única, de 17 m de longitud, y estaba ligeramente curvada hacia abajo, de forma que la zona de mayor calado correspondía a la parte central del barco. Ello obedecía a la necesidad de reducir el quebranto, de aumentar la capacidad de flotación del casco y de facilitar la virada y la sensibilidad del timón. De los extremos de la quilla salían piezas de madera que ensamblaban la roda y el codaste. El palo, de 12,2 m de altura, soportaba una vela cuadrada y descansaba en una carlinga de una sola pieza de roble, amarrada a las cuatro cuadernas centrales. La sujección de la arboladura tenía en cuenta la compresión y los esfuerzos laterales.

lunes, 10 de mayo de 2010

Marcos de troneras portas y cañones

En esta fotografía podemos observar como queda el barco con los cañones colocados a falta de los de la cubierta principal. Ponemos pegamento de segado rápido en la espiga del cañón y lo introducimos en el orificio para pegarlo. Con el taladro y una broca de 2 mm de diámetro, perforaremos los orificios para introducir las espigas de los cañones, como muestra la fotografía. Pintaremos con la misma pintura los marcos de troneras de la cuarta batería y los pegaremos con pegamento de secado rápido como muestra la fotografía. En esta fotografía se muestra el aspecto del barco con las troneras de las tres baterías montadas. Con pegamento de secado rápido empezamos a pegar las troneras por la primera batería. Ensamblamos y pegamos con pegamento de secado rápido las troneras con las portas ya pintadas. Con unas pinzas cojeremos los marcos de las troneras y los pintaremos de rojo junto con las portas de las troneras.

domingo, 9 de mayo de 2010

Las expediciones de los "Ra"

Croquis del Ra II, la nave de papiro con la que Thor Heyerdahl pretendió demostrar la capacidad de los egipcios para navegar en alta mar.
Los barcos egipcios de haces de papiro se hicieron famosos y fueron conocidos técnicamente a fondo gracias al trabajo del antropólogo y navegante noruego Thor Heyerdahl, quien dedicó su vida a investigar las migraciones marítimas de la antigüedad. Cuando en 1947 Heyerdahl se dedicó al estudio de las naves egipcias, ya había realizado con éxito la famosa expedición de la Kon Tiki, nombre de la balsa con la que quería probar la teoría de que la Polinesia había sido poblada por dos olas sucesivas de inmigrantes procedentes del Perú y de las islas del Este, quienes habrían navegado usando balsas de madera. Al final de la década de 1960, Heyerdahl inició el proyecto Ra, que consistió en la construcción de una nave de haces de papiro, una réplica de las antiguas embarcaciones egipcias, para atravesar con ella el Atlántico y demostrar que los egipcios pudieron llegar hasta América. Para la construcción del primer Ra se usaron 12 toneladas de tallos de papiro recolectados en las zonas pantanosas del Nilo en Sudan, y se siguieron los planos del historiador sueco Björn Landström. Lo realizaron artesanos del lago Chad (los únicos que quedaban en África) expertos en la construcción de barcos con tallos. Utilizaron un improvisado emplazamiento a pocas millas al sur de Giza. La balsa medía 17,7 metros de eslora y 5,5 de manga. El Ra zarpó el 25 de mayo de 1969 del puerto de Safi en Marruecos, con Heyerdahl y un grupo de seis antropólogos a bordo. Las tormentas los azotaron repetidas veces. Pese a que el papiro no se descompuso con el agua de mar y los tallos secados en el desierto quedaron elásticos como la goma, el 16 de julio, tras una gran tormenta, el Ra quedó muy afectado y empezó a sufrir un irreversible quebranto. Finalmente, se partió en dos y se hundió tras un mes de navegación y de 2.700 millas recorridas. La tripulación fue rescatada por el barco de seguimiento.
Heyerdahl no se amilanó por este fracaso y construyó el Ra II, En esta nueva nave tuvo más en cuenta los métodos de construcción con tallos que practicaban los indios del lago Titicaca, en el Perú, y corrigió los problemas del Ra aportándole mayor rigidez al casco y reduciendo tres metros la eslora. La tripulación definitiva fue de ocho expedicionarios, incluyendo a Heyerdahl. El Ra II zarpó de Safi el 16 de mayo de 1970 y arribó a Barbados el 12 de julio, después de recorrer 3.000 millas en 57 días, navegando con los alisios del noroeste. Fue un gran éxito que demostró que las naves de papiro, bien construidas, podían atravesar el Atlántico si navegaban con los vientos alisios.

miércoles, 21 de abril de 2010

Los estrobos de cuadernal

En la zona de popa de la cubierta de la toldilla, abriremos cuatro orificios alineados tal como muestra la fotografía. Después, fijamos un estrobo de cuadernal y tres cáncamos. Realizaremos la misma operación en el otro lado del casco. Alrededor de la capa de fogonadura del palo de mesana (en la parte trasera del casco), Perforamos seis orificios distribuidos como muestra la fotografía. Después fijamos cuatro estrobos de cuadernal y dos cáncamos con pegamento de secado rápido. Junto a los laterales del orificio para el palo mayor (el del centro de la cubierta), abriremos los orificios necesarios y fijamos cinco estrobos de cuadernal y tres cáncamos. Fijaremos cinco estrobos de cuadernal y tres cáncamos con pegamento, distribuidos tal como muestra la fotografía. Con un taladro y una broca de 0,75 mm de diámetro, perforamos ocho taladros en los laterales de la capa de fogonadura del palo del trinquete, tal como muestra la fotografía. Recuerda que el palo del trinquete es el que está situado en la parte delantera de la cubierta principal. cojemos un cuadernal que son las piezas que tienen dos orificios. La colocamos sobre el hilo de manera que sus orificios coincidan en el mismo sentido que la argolla del cáncamo. Realizaremos otro nudo simple, de modo que el hilo abrace el cuadernal. Tensaremos el hilo para que la pieza quede bien sujeta. Aplicamos pegamento para evitar que los nudos se suelten. Después, cortamos el sobrante de hilo a ras del motón. Cojeremos hilo crudo de 0,15 mm de diámetro y un cáncamo para realizar los estrobos de cuadernal, cortamos un trozo de hilo de unos 100 mm de longitud. Introducimos un extremo del hilo por el interior de la argolla del cáncamo. Realizaremos un nudo simple repartiendo el sobrante del hilo como muestra la fotografía.

martes, 20 de abril de 2010

La trirreme la primera gran nave de guerra

Estructura del esqueleto y la tablazón de las trirremes griegas.
Los griegos perfeccionaron las birremes fenicias y, a medida que las fueron utilizando para la guerra, se dieron cuenta de la importancia de conseguir una mayor velocidad y poder de maniobra. En aquella época en que el aparejo a velas se hallaba en una fase embrionaria, la forma más segura y controlable de conseguirlo era aumentando la capacidad de propulsión a remo.
Ante esta circunstancia, la idea de aumentar el número de remos en cada orden o línea era inviable, ya que llevaba irremediablemente a aumentar la eslora de la embarcación y, más allá de los 40 metros, los maestros de ribera griegos no tenían solución alguna para construir cascos resistentes al quebranto provocado por el oleaje. Cerca del año 525 a.C., se escribieron las primeras citas literarias referentes a lo que se denominó trirreme: se trataba de una galera con tres órdenes de remos por banda y que, en sus inicios, tenía un solo remero por remo. Pese a ser el trirreme un barco del que se ha escrito y hablado mucho hasta nuestros días, en realidad no se conocen con exactitud todos los elementos de su diseño y funcionamiento. A diferencia de la birreme, esta nueva nave disponía de un segundo espolón encima del situado cerca de la línea de flotación, y era más corto que éste. La finalidad de este apéndice adicional era agrandar la brecha abierta en el casco del barco que recibía la embestida, ya que estas temibles puntas, forradas de bronce y decoradas a menudo con representaciones de cabezas de animales feroces, eran realmente destructivas en el caso de una acometida frontal.
El tamaño de las trirremes aumentó considerablemente en relación a las birremes, ya que llegaron a medir 37 metros de eslora por casi 6 de manga. Sobre la disposición de los remeros hay muchas opiniones, pero parece un dato aceptado por la mayoría que en la fila superior o tranite se solía disponer de 64 remos de unos 4,3m de largo; en la media o zygian, de 54 remos de 3,2 m, y en la fila inferior o thalamian, había entre 50 y 54 remos de unos 2,3 m. El timonel gobernaba sentado a popa y manejaba las espadillas mediante una barra transversal que las unía.
La capacidad de los expertos remeros griegos (ciudadanos libres que cobraban por su trabajo) era notable. Bogando con cadencia de asalto podían llegar a desarrollar velocidades de hasta 6 nudos durante unos 20 minutos; la velocidad de crucero normal se situaba alrededor de los 3 nudos según el estado de la mar y la dirección del viento. Según Jenofonte, una distancia de 129 millas suponía un "día largo" para una trirreme. Pero la referencia más precisa de la velocidad de crucero que podía llegar a alcanzar una trirreme sin vela se conoce gracias a un hecho histórico concreto: la carrera improvisada que sostuvo la galera que transportaba el indulto a favor de los hombres de Mitilene contra la que llevaba su pena de muerte, y que había zarpado con anterioridad. La tripulación no se detuvo ni un momento: comieron pan de cebada mezclado con vino y aceite de oliva, al tiempo que bogaban con todas sus fuerzas. Tuvieron la suerte de no encontrar vientos contrarios y fueron capaces de recorrer 184,5 millas en aproximadamente 24 horas, lo que muestra la alta velocidad de crucero (7,6 nudos) que podían llegar a desarrollar las trirremes.
El aparejo a vela servía para propulsar la embarcación en los trayectos largos. Consistía en un solo palo alto situado a proa del centro de la nave, que a veces se abatía al navegar a remo y en la mayoría de combates. La vela era cuadrada con una sola verga, se orientaba con brazas y se cargaba y largaba mediante brioles. A tope del palo se llevaba una cofa para vigías y arqueros. Con el tiempo apareció el dolon a proa, un palo pequeño e inclinado a proa, en el que se largaba una pequeña vela cuadrada.

jueves, 15 de abril de 2010

El campanario, barandilla del campanario y el mascarón

En esta fotografía se puede apreciar el aspecto del barco una vez terminada esta fase del montaje. Reservaremos los materiales sobrantes para su utilización en fases de montajes posteriores. Es muy probable que tengamos usar la longitud de los cintones de refuerzo de la roda para que el mascarón llegue hasta su posición. Una vez realizadas las comprobaciones y ajustes necesarios, colocaremos el mascarón, aplicaremos pegamento de secado rápido en las uniones con la roda. Como podemos observar, el mascarón está diseñado para que abrace con las patas el extremo de la roda. Colocaremos el mascarón en la roda sin pegarlo, para comprobar que se ajusta correctamente, tal como muestra la fotografía. Tomamos las dos escuadras restantes y las pegamos bien centradas contra los pilares del cabillero del palo de mesana. En la fotografía vemos que están pegadas en la parte de popa del cabillero. Cojeremos la chimenea de metal y la pintaremos de negro. Aplicamos pegamento en la base y la pegamos centrada entre las dos escuadras del campanario orientando su orificio hacia proa, tal como muestra la fotografía. Recuperamos la plancha de las escuadras sobrantes, con un cúter, extraeremos cuatro escuadras las puliremos con papel de lija de grano fino y las pintaremos de rojo. Aplicaremos pegamento y fijaremos dos escuadras centradas contra los pilares del campanario, como muestra la fotografía. Para construir los pasamanos de la barandilla del campanario, cojeremos un listón de sapelli de 2 x 4 mm. Cortamos dos trozos de 25 mm de longitud. Lijaremos ambos listones y los pintamos del mismo rojo que las columnas y los pegamos centrados sobre las columnas y tocando al campanario, tal como muestra la fotografía. Ahora pegaremos el campanario delante del marco de la abertura de la cubierta principal, bien centrado. Cogeremos cuatro columnas de 10 mm de longitud y las pintaremos de rojo. Aplicamos pegamento en su base y, con la ayuda de unas pinzas, pegamos las cuatro columnas distribuidas tal como muestra la fotografía. Pintaremos la campana de color negro, la campana tiene un orificio pasante en el centro. Introduciremos el extremo del cáncamo por dicho orificio y deslizaremos la campana hacia arriba hasta que haga tope con la argolla del cáncamo. Después, aplicaremos un poco de pegamento en la unión de las dos piezas, y ajustaremos la longitud del cáncamo que asoma por la parte inferior de la campana con la ayuda de unos alicates de corte. Dejaremos que sobresalga un poco por debajo del borde de la campana. Cojeremos el campanario y lo pintaremos de rojo. Con la ayuda de unos alicates, abriremos la argolla de un cáncamo, introduciremos el extremo de la argolla por el orificio del centro del campanario y volveremos a cerrar la argolla. Aplicaremos un poco de pegamento en la unión de ambas piezas.